Hasta principios de siglo veinte, y basados en los planteamientos de la mecánica se podía reconstruir la posición de un planeta, una estrella y hasta un cometa en un momento determinado del pasado, y hasta predecir su posición en el futuro; por eso es que hoy sabemos por ejemplo, que el cometa Halley se acercará nuevamente a la tierra en el año 2061. Sin embargo estos números funcionan para cuerpos de gran tamaño, pero cuando los científicos empezaron a estudiar los átomos y las partículas, se dieron cuenta que era diferente. En 1925, Werner Heisenberg enunció el principio de incertidumbre de la física cuántica, que en rasgos generales, explica que cuando se busca mayor certeza para medir la posición y movimiento de una partícula, menor es el conocimiento que se obtiene sobre su masa, y velocidad. En la práctica, este principio llevó a que los físicos ya no establecieron la posición de una partícula de manera exacta, sino que más bien se hablará de diferentes posibles estados, lo que en nuestro caso posteriormente se llamarán escenarios. El surgimiento del principio de indeterminación, abrió una brecha entre la concepción lineal (o mecánica) del universo, y dio paso a una nueva rama de la física, llamada física cuántica, que además impactó a la filosofía y las ciencias, de una manera que tal vez no fue imaginada por nadie. A partir de ese momento, no fue posible, no solo en el mundo de la física, concebir nada con pensamiento lineal. Lo que he observado en múltiples ocasiones es que cada vez que hay un nuevo descubrimiento científico, y este es aceptado por la comunidad en general, los nuevos fundamentos que lo rigen, tienden a influir en la filosofía de la época, la política, la sociedad, y no al contrario; es decir, que en pocas ocasiones es la filosofía la que cambia el mundo, sino que en la práctica, la filosofía nos ayuda a comprender un mundo que ya se ha configurado. Volviendo al tema original, hasta el siglo pasado, se creía que el futuro no era más que la proyección lineal y repetitiva del pasado. Inclusive en la antigua grecia se creó un concepto para representar que la historia no era más que la repetición cíclica del pasado: el Uróboros, o serpiente que se muerde la cola. Actualmente, nuestra creencias son muy parecidas, pero siguiendo los ejemplos de la naturaleza, en especial la del A.D.N, la vida tiene una rara capacidad para repetirse casi sin cambios, pero en cada cierto número de generaciones, hay una mutación que hace que muchas cosas cambien. Precisamente esos cambios, son los que empezaron a hacer pensar a las siguientes generaciones de las décadas de los años 20, 30, 40, y 50, que el futuro no era lineal, sino un conjunto de posibilidades o escenarios que no se han materializado. Cuando pienso en este concepto de los escenarios y posibilidades futuras, no puedo dejar de remitirme al gráfico de Stephen Hawking de los conos de luz pasado y futuro. En su libro “Breve historia del tiempo”, menciona esta idea que se estudia en la física cuántica y que marcó un derrotero en mí para los estudios en la materia. EL PRINCIPIO DE CAUSA Y EFECTO. El principio de causa y efecto es un resultado de la misma ley de la entropía. Para nuestro interés, podemos deducir que nada en el pasado o en el futuro se puede escapar de las causas que lo generaron. En la historia, esto se representa gráficamente en el cono de luz pasado, y en los límites que se generan para que todo evento que sea coherente, se encuentre dentro de las posibilidades generadas por ese pasado u horizonte de posibilidades. Cuando doy clase a mis alumnos, explico este fenómeno con un ejemplo muy sencillo con nuestro árbol genealógico: cada uno de nosotros tiene dos padres genéticos, un macho y una hembra desde el punto de vista biológico. Si cada uno de nosotros tiene 2 padres, tendrá 2 abuelos, 4 bisabuelos, 8 tatarabuelos, 16 trastatarabuelos, y así continuará históricamente. Si la línea del tiempo es representada corriendo de abajo hacia arriba en el gráfico Nro 2, todas nuestras generaciones previas, estarían ubicados en el cono de luz pasado, y sin ellos no estaríamos viviendo en el presente.
Luego les digo a mis alumnos, que si mi padre y mi madre son de ascendencia latinoamericana, al menos inicialmente no pueden esperar de mí a un Thor como el de las películas, es decir de 2 metros de alto, ojos verdes y rizos dorados. Sin embargo todavía quedan algunas posibilidades. Si alguno de mis abuelos fuera de la etnia nórdica, todavía tengo al menos 25% de probabilidades de tener algunas características de Thor en mí. Si fue alguno de mis bisabuelos, mis probabilidades bajan al 12.5%, y si fue uno de mis tatarabuelos, al 6.25%. No hay ninguna probabilidad de que todos mis antepasados tengan características latinas, y yo haya nacido nórdico… excepto, que como manifiesto también en clase, sea hijo del lechero, lo que suele causar risas. En este sencillo ejemplo, trato de explicar fácilmente los principios de causa y efecto, y conos de luz pasado y futuro en nuestras actuaciones diarias. La idea de conocer las causas y sobre todo los actores del presente y del pasado, y pensar que podemos calcular el futuro, o al menos sus posibilidades, es el fundamento de la anticipación estratégica. Lejos de ser una paradoja determinista como la que guiaba la física clásica, es posible explicar con los nuevos planteamientos de la física cuántica algunos de los principios de la anticipación. Los seres humanos no podemos olvidar que como organismos vivos, no podemos escapar de las leyes de la naturaleza, sin embargo es la misma naturaleza, mediante la capacidad de raciocinio, la que ahora nos permite escapar del determinismo. En nuestro estado evolutivo actual, los seres humanos tenemos una capacidad tal, que podemos comprender que el futuro no está determinado como las funciones una máquina, o el destino en el que creen algunos, sino que por el contrario, está por construirse. La anticipación no es adivinación o pensamiento proyectado con los datos del pasado, por el contrario, en los nuevos métodos, deben aplicarse los principios de la no linealidad, la necesidad de pensar en diferentes posibles estados futuros de una situación, y la aplicación del principio de la entropía nos hace conscientes de la limitación de recursos, lo que causa conflictos. Julian Eduardo Meneses Oliveros Cofundador
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